A veces creemos que parte del estrés del trabajo consiste en compartir nuestro ambiente de trabajo con personas altamente agresivas u ofensivas, sin embargo, los sitios de trabajo deben ser lugares en donde las personas proyecten sus talentos
¿Cómo saber quiénes son?
Haga memoria y recuerde aquella ocasión en donde la indignación que le causó un comentario de alguna persona no le permitió dormir… lo recordó, bien, ese día usted habló con una persona tóxica. He aquí algunas de sus características:
1. Causan lesiones emocionales por largos periodos de tiempo.
Podrán pasar los días pero usted retornará con facilidad a la cicatriz emocional que le dejó el encuentro con ese personaje.
2. Profesan un profundo sentido del desprecio hacia quienes les rodean.
No necesitan hablar, una mirada y usted percibirá el halo de odio y desprecio que profesan hacia quienes están a su derredor.
3. Mantienen un estado de prevención que los hace altamente agresivos.
Agreden sin provocación y al menor descuido, cualquier asomo de humanidad lo leerán como debilidad para atacarle.
4. Procurarán atacar sus escalas de valor.
Lo que a usted le provoca alegría a ellos les causa envidia y ganas de agredir. No pueden frenar un impulso muy de su interior a burlarse o agredir sus creencias o lo que usted valora, bien sea su familia, sus logros, entre otros.
¿Por qué son así?
En el fondo los tóxicos son frágiles, han sido altamente maltratados y han construido en su interior un profundo vacío afectivo que esperan llenar con el sufrimiento de otros.
Las personas tóxicas son como las medusas: altamente venenosas en la medida en que sean más frágiles.
¿Qué hacer frente a ellos?
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